El supuesto asesino de almuñécar acumula seis condenas de cárcel, una de ellas, por un tiroteo | ideal

Fernando P. M., el presunto autor del asesinato de un joven de 33 años en Almuñécar el 4 de abril, se ufanaba de su paso ... por el presidio en los vídeos que difundió en las redes sociales

antes del suceso. Usando la jerga carcelaria, presumía de haber estado entre rejas y no precisamente en «módulos de respeto» –que es como se conoce a las unidades donde conviven los presos

que tiene una buena conducta–, sino en el «pozo», en referencia, supuestamente, al régimen penitenciario más duro. No mentía. A lo largo de su vida ha sido condenado media docena de veces a

penas de prisión. La mayoría de ellas son por delitos de lesiones, aunque también ha sido declarado culpable de cultivo y tráfico de drogas y de atentar contra la autoridad. El incidente más

grave en el que se vio involucrado el sospechoso, antes de que presuntamente apuñalase hasta la muerte a su vecino Gaby, ocurrió a primera hora de la tarde del 23 de febrero de 2009 también

en la ciudad sexitana, concretamente, junto a un parque infantil. Fernando P. M., que está de nuevo en la cárcel de Albolote acusado de asesinato, fue condenado a dos años de encierro por

haber participado, junto a cuatro individuos más, en un tiroteo en el que resultó herido un joven al que los agresores se la tenían jurada, según el relato de los hechos que recoge la

sentencia de la Audiencia de Granada a la que ha tenido acceso IDEAL. DISPARARON CONTRA LA VÍCTIMA JUNTO A UN PARQUE INFANTIL Y LA AUDIENCIA IMPUSO A LOS PROCESADOS DOS AÑOS DE PRISIÓN No

fue necesario celebrar la vista oral del juicio. En este sentido, los cinco procesados, a los que la fiscalía atribuyó en un primer momento la presunta comisión de un delito de homicidio en

grado de tentativa y tenencia ilícita de armas, llegaron a un acuerdo y fueron condenados a 24 meses de presidio por un delito de lesiones. El fallo incluía también la prohibición de

acercarse a la víctima durante siete años y la obligación de indemnizarla con un total de 70.000 euros. La resolución judicial no especifica los motivos de la animadversión de Fernando y sus

amigos hacia el perjudicado, pero recuerda que los encausados ya habían «protagonizado situaciones violentas, lo que dio lugar a que tomaran la seria determinación de atentar contra la

integridad física» del afectado. A sí las cosas, la banda ideó y ejecutó la agresión a tiros. El supuesto asesino de Gaby no apretó el gatillo, pero el castigo fue el mismo para los cinco

investigados. «Se situaron en un parque infantil, ocultos tras un seto (...), aguardando la salida» de la víctima «de su vivienda, y cuando éste salió de su domicilio», abrieron fuego.

TERRITORIO CONOCIDO El joven que se había convertido en objetivo de los procesados recibió un balazo en una pierna. Tenía por aquel entonces 25 años. «Sufrió fractura del húmero izquierdo

con parálisis del nervio radial y complicada con pseudodoartrosis de húmero infectada, quebrantos físicos que precisaron, además de una primera asistencia facultativa, tratamiento médico y

quirúrgico curativo, consistente en osteosíntesis con clavo intramedular y posterior retirada del material de ósteosintesis, (...) requiriendo para su completa recuperación 688 días, todos

ellos impeditivos para el normal y correcto desempeño de sus ocupaciones habituales», describe la sentencia los daños que padeció el chico tiroteado. Asimismo, le quedaron importantes

secuelas que le impedían desenvolverse con normalidad. Dieciséis años después, Fernando P. M. fue detenido en su municipio natal por, presuntamente, haber cosido a puñaladas a Gaby a plena

luz del día. El herido falleció prácticamente en el acto mientras su supuesto verdugo seguía encarándose con el. El pasado lunes 7 de abril, el juez ordenó su ingreso en el penal de

Albolote. Volvía a un territorio conocido.