Los tesoros de la botánica de la ugr que vigilan varios murales religiosos | ideal

Las cosas de la vida, que diría un castizo. La Iglesia de la mano de la Ciencia. Una antigua capilla, la del colegio mayor Isabel ... la Católica, cobija desde hace 25 años el archivo con

los mejores datos de la botánica del sureste de España en el Herbario de la Universidad de Granada (UGR). Más de 150.000 ejemplares. Los papeles de periódico con las plantas se mezclan con

máquinas tecnológicas. El espacio está desacralizado hace años, pero las pinturas religiosas observan desde los altares el incalculable valor de estos pliegos tanto en lo académico como para

la investigación. Y, por lo tanto, para la sociedad en un momento en el que es fundamental esta área de conocimiento. Los cuatros evangelistas dan la bienvenida a un edificio de gran valor

patrimonial con un conjunto de pinturas murales de Romero que representan a la Sibila Pérsica, un ángel, la Sibila de Delfos y los profetas Isaías y Zacarías, Daniel y Moisés, David y Elías,

y Jeremías y Jonás. Interesante es el recipiente, pero lo más importante es lo que hay en ese espacio. En los pliegos están perfectamente identificadas y etiquetadas cada hoja y planta. Con

su nombre, lugar y año. Algunas con letra escrita a mano y otras con la tipografía de las antiguas máquinas de escribir. Las más recientes a ordenador, también. Hay hongos, que están

secados en función de cada uno y se guardan en 3D en un sobre y una caja. Los musgos llevan otros procedimientos y las algas también. Ya no se conservan con veneno, como antaño. Las que se

guardaban así entonces están identificadas. Ahora se prensan y el proceso de congelación es de varios días, de lunes a viernes, concretamente. El herbario cumple 25 años, pero los estudios y

colecciones que atesora son más antiguos. El origen está en los estudios farmacéuticos y la constitución de la primera cátedra de Botánica, fundada en 1853 por el profesor Mariano del Amo y

Mora, primer decano de la Facultad de Farmacia que abrió sus aulas en agosto de 1850. Desde ese momento arrancó una colección de gran valor con más de 600 ejemplares descritos. Son los que

llaman primarios, guardados en carpetas rojas que no se prestan a otras instituciones. La labor investigadora, recolectora y de intercambio ha sido constante. Con la creación de la Facultad

de Ciencias en la década de los 70 del siglo XX, el impulso fue mayor. Paso a paso, los fondos históricos fueron albergando importantes colecciones de los principales botánicos españoles;

por ejemplo las colecciones de Simón de Rojas Clemente y Rubio, Font Quer, Díez Tortosa, Laza Palacios, entre otros. La de Clemente llegó a través de la Academia malagueña de la Ciencia. Fue

un importante botánico de finales del siglo XVIII y principios del XIX. «Nosotros somos el dato», explica la conservadora del Herbario de la institución universitaria granadina, Carmen

Quesada. Ella ejerce de guía de la visita en la que están también la vicerrectora de Extensión Universitaria, Patrimonio y Relaciones Institucionales, Marga Sánchez Romero, y el director del

Herbario, Juan Lorite. La responsable explica que los investigadores son los principales proveedores de los ejemplares. Ayudan, entre otras cuestiones, a investigar sobre el cambio

climático, aunque las investigaciones son múltiples. «Los herbarios no dejamos de crecer, no estamos detenidos», reivindica Quesada, quien destaca la tarea de digitalización acometida en los

últimos tiempos. Se trata de un mecanismo que no solo conserva y abre los fondos, sino que permite ampliarlos con intercambios en los que participan varias instituciones. Sus ejemplares son

consultados y solicitados desde instituciones e investigadores de todo el mundo. Lorite destaca el valor del Herbario en relación con Sierra Nevada. Ninguna institución guarda más registros

de su flora. «Si alguien estudia Sierra Nevada, tiene que venir aquí», recalca y recuerda que los ejemplares con el apellido de nevadensis y granatensis tienen aquí su hogar.  El equipo del

Herbario seguirá archivando, etiquetando y cuidando las plantas que hay y las que vendrán con todo el rigor científico. Eso sí, vigilados por ángeles y profetas.