El 'voluntario' guapetón | diario sur

Comenta Compartir Me parece un insulto para los miles de voluntarios que hay en España, que dedican su tiempo, su esfuerzo y sus desvelos a ayudar desinteresadamente a personas que lo

necesitan, que se hable de la labor de Urdangarín como voluntario como si fuera lo mismo. Dejemos a un lado que el juez le ha autorizado a salir de la cárcel pese al criterio contrario de

Instituciones Penitenciarias y de la Fiscalía (que ha pedido que se le revoque el permiso). Lo primero sorprendente es que tenga su 'voluntariado' ( de dos días a la semana, ocho

horas al día) en Pozuelo de Alarcón, a 103 kilómetros de la cárcel de Brieva (Ávila). El desplazamiento lo hace en un coche con chófer, una medida autorizada «por seguridad», que le trae y

le lleva. Total, que restando el tiempo del viaje estará allí poco más de cinco horas de 'trabajo en beneficio de la comunidad'. Que no es que no sea una misión importante, pero

para hacer 400 kilómetros a la semana pensaba en algo superespecializado. Mucho despliegue parece para tan poca labor. El director del Hogar Don Orione, después de entrevistarse con él para

conocer sus habilidades y ver cómo las aplicaba mejor para ayudar en las labores del centro, decidió que lo mejor era que apoyara a los técnicos que hacen terapias y apoyo psicomotriz a los

internos. También resulta sorprendente que el dicharachero director del centro destaque sobre él que «está contento», «hemos llegado a un acuerdo enseguida» y «responde de manera cariñosa a

los saludos tanto de los internos como de trabajadores o de otros voluntarios». Probablemente forme parte de esa incomprensible tendencia a la fascinación que siente mucha gente por los

personajes famosos, que les lleva a ver cualquier actividad cotidiana que realicen como algo extraordinario. Eso que tantas veces se aplica a cualquier miembro de la monarquía, cuando se

cuenta: «Iba conduciendo su propio coche», como si fuera una hazaña. En el caso de Iñaki Urdangarín sería: hizo de voluntario con sus propias manos. Vidilla sí que le habrá dado a la

residencia, porque entre el circo de televisiones y periodistas a la puerta, curiosos, el interno que le soltó: «A este guapetón lo quiero yo para mí» y otros comentarios que no habrán

trascendido, tienen para entretenerse durante unos cuantos días. Pero los voluntariados se hacen para ayudar a los demás no para pisar la calle por unas horas y que te dé el aire. Si tiene

que tener beneficios penitenciarios o le corresponde salir de la cárcel unas horas a la semana, que salga. Pero no llamen voluntariado y, sobre todo, no lo cuenten como si estuviera haciendo

un favor a la humanidad entre grandes esfuerzos y sacrificios. Llamemos a las cosas por su nombre. Comenta Reporta un error