Catástrofes naturales

MÁS del 80% de los terremotos que sacuden a la Tierra tienen lugar en el anillo del Pacífico que va desde el sur de Chile hasta Alaska, después en dirección oeste y sur a la costa rusa y

baja hacia Japón, Filipinas y Nueva Zelanda. El 22 de febrero, un fuerte terremoto sacudió la ciudad de Christchurch, en la isla sur de Nueva Zelanda. El pasado sábado, otro seísmo de 9

grados en la escala Ritcher ha devastado la costa noreste de la isla central del archipiélago japonés. Lamentando, naturalmente en primer lugar, la pérdida de vidas humanas, cabe preguntarse

por el coste económico presente y futuro de esos desastres naturales. En el caso de Nueva Zelanda -una pequeña economía de tamaño aproximadamente igual a la mitad de la andaluza- el coste

estimado se eleva a unos 12.000 millones, equivalentes al 8% del PIB. Esto representa un coste enorme para una economía muy abierta, fuertemente dependiente de la financiación internacional.

El Gobierno emitirá grandes cantidades de deuda pública para financiar, a un coste elevado, la reparación. En el caso de Japón, aún no hay un estimación oficial, al estar en plena tarea de

búsqueda y rescate de supervivientes e intentando parar una catástrofe nuclear. Pero, de entrada, el principal índice bursátil, el Nikkei, se ha dejado el 17% de su valor en las dos primeras

jornadas de esta semana. Además de este primer claro impacto de pérdida de valor de grandes compañías, hay otras consecuencias que ya han aflorado o lo harán en el corto plazo. Primero, el

yen se ha apreciado, aunque parezca paradójico, respecto del resto de monedas. Los inversores piensan que los grandes fondos de pensiones e inversión japoneses van a repatriar enormes

cantidades de recursos a Japón para financiar las reparaciones o ya han comenzado a llevarlo a cabo. Segundo, al contrario que en Nueva Zelanda, en donde el Banco Central ha reducido los

tipos un 0,5%, en Japón esto no será posible porque los tipos están próximos a cero. Sin embargo, sí ha anunciado que pone a disposición más de 200.000 millones, de los que una buena parte

se va a destinar a la compra de activos para ayudar a las empresas y bancos. Tercero, el coste en términos de PIB puede estar en torno al 6%, según estimaciones provisionales. Una cantidad

gigantesca. Sin embargo, y a pesar de presentar la mayor deuda pública en relación con el PIB del mundo, el 95% se coloca entre los ahorradores domésticos. Japón es un país públicamente muy

endeudado, pero con los mejores ahorradores privados del mundo. La deuda podrá colocarla. Además de los efectos inmediatos, de enormes pérdidas de activos físicos que habrá que reparar, los

costes a largo plazo son más difíciles de estimar. Los estudios sobre otras muchas catástrofes naturales, incluyendo huracanes e inundaciones, muestran que resulta crítico contar con

financiación pública y privada suficientes para acometer las obras de reparación de manera rápida y que puedan completarse cuanto antes. En las próximas semanas, podrá evaluarse con mejores

datos el impacto de las catástrofes sobre la tercera economía mundial y sobre la pequeña isla del Pacífico.