El betis ya no ve por el retrovisor

CAMBIAN los tiempos que es una barbaridad y lo que ayer fue negro, hoy es blanco y hasta puede que mañana vuelva a ennegrecerse. Así es la vida de cambiante y así es como le ha cambiado al,

por siempre, Real Betis Balompié, que vive hogaño su tiempo más placentero desde no se sabe cuántos días, cuántos meses y hasta cuántos años. Y es que no haber caído en ninguna de las seis

últimas citas mediante un logro de doce de los dieciocho puntos conquistados propicia que la vida se viva de otra manera en Heliópolis y toda su área de influencia y que hasta sea posible

algo que se negaba de tiempo ha, hacer planes con tiempo. Y de aquesta guisa compruébase que un hombre tan cauteloso en sus manifestaciones públicas como el actual presidente se atreve a

hablar de futuro. Deja de mirar hacia abajo para no tenerle reparo a opinar sobre otros objetivos que hasta hace nada se veían meras utopías. Aunque matemáticamente, el descenso podría

suceder, ese podría sí que es entrar en lo utópico, de ahí que Miguel Guillén no tenga ningún inconveniente para hablar de Europa. Por cierto, qué alegría para un bético oír hablar a su

presidente como habla Miguel Guillén, qué diferencia con los discursos anteriores, tan zafios y tan de vergüenza ajena si no vinieran de la mismísima cúpula del club. Efectivamente,

cualquier bético hubiese firmado con los ojos cerrados que la salvación tan pronto. Eso es tal que así, pero ahora que ya está permitido hablar de futuro convendría hacer especial hincapié

en que la idea de que se proyecte un Betis auténticamente acorde con el significado de este club. Quiero decir con esto que el futuro ha de diseñarse sin tanta necesidad de cafinitrina bajo

la lengua, con un potencial más en consonancia con la fuerza motriz del club, que es su numerosísima afición. Por supuesto que sin volverse loco a la hora de manejar los dineros, sobre todo

en un tiempo, éste, que no requiere mirar por el rabillo del ojo constantemente.