Esculturas curiosas: doncellas y forzudos que sostienen la Ciudad sobre los hombros

Una recorrida por cariátides y atlantes que decoran los edificios porteños.

Buenos Aires es inabarcable. Una caja de sorpresas diversas. La Ciudad no tiene -lógico- un espacio en honor a los dioses Atenea y Poseidón y el rey mítico Erecteo, de la antigua Grecia. Sin

embargo, hay acá algo del templo Erecteón, que les construyeron a los tres hace más de 2.400 años en la Acrópolis de Atenas: se trata de evocaciones de las figuras armoniosas que

representan a doncellas, realizadas a modo de columnas, para sostenerlo y para decorarlo. Se llaman cariátides. Y las cariátides a la porteña resultan de lo más variadas.

Se las ve formales, con libros entre las manos, antorchas o coronitas de laureles, en el Congreso nacional, por ejemplo. Sensuales, con curvas pronunciadas y túnicas pegadas al cuerpo y

hasta pechos descubiertos, en las del Colegio Pellegrini, en Marcelo T. de Alvear 1851. Con rasgos de mujeres africanas, en el Rectorado de la UBA, en Viamonte 430. Amenazadas por monstruos

que les rondan, literalmente, la cabeza, en la entrada por San Martín 154 de la Galería Güemes. Y monstruosas directamente, por deformidades. Expertos suelen citar las cabezas enormes y los

cuellos demasiado largos de las de la ochava del edificio de Avenida de Mayo 1199.

La lista de cariátides sigue, larguísima. También, inabarcable. Pero todas son versiones de aquellas representaciones clásicas que reanimó el Renacimiento en Europa y que se expandieron acá

desde fines del siglo XIX hasta las tres primeras décadas del XX, cuando los arquitectos les dieron oportunidad a un abanico amplio de estilos -neorrenacentista, neogótico, neoclásicos, Art

Nouveau, Art Decó- y, muchas veces, los combinaron.

Así que a las cariátides locales, con su multitud de ecos europeos, se las puede ver como testimonios del gran mix de influencias que marcaron la etapa final de la transformación de Buenos

Aires de gran aldea en metrópolis.

Los moldes de esas piezas o sus influencias bajaron de los barcos. Pero hubo quienes les imprimieron rasgos prehispánicos. Entre estos casos, las celebrities son figuras masculinas. Forzudos

que, como recuerdan a Atlas, el titán al que Zeus condenó a sostener el cielo sobre los hombros se denominan atlantes. Y se los ve en el edificio Otto Wulff (1912-14), una maravilla de

aires imperiales y modernistas, en Belgrano y Perú. Son ocho, de alrededor de cinco metros de alto y rasgos autóctonos, y muestran oficios y -algunos dicen- al arquitecto, el danés Morten

Rönnow.

De esqueleto metálico y yeso, más o menos elaborados y más o menos conservados, atlantes y cariátides tienen qué mostrar y qué contar en Buenos Aires. Sólo hay disponerse, con la Ciudad a

cuestas, a interrogarlos. 

1) Imperial y étnico. El monumental edificio Otto Wulff, hecho por el danés Morten Rönnow en 1912/4 por encargo de los empresarios Wulff y Nicolás Mihanovich -cónsul del ex imperio

austrohúngaro-, tiene ocho atlantes. Con rasgos geométricos e indígenas, las moles de unos cinco metros de altura le dan aires modernistas. En Belgrano 601.

2) Encadenado. La silueta es compacta, maciza, contundente. Y el mensaje de condena, también. Hay dos figuras así, iguales, en el edificio construido por Guido Bufalini en Esmeralda 455.

3) África. Por los rulos, la nariz chata y los labios gruesos, las cariátides de la sede del Rectorado de la UBA, en Viamonte 430, fueron interpretadas como representaciones de mujeres

negras de ese continente. Ojo: hay que hacer zoom.

4) Monstruito. Está en un edificio de aires españoles. Por eso, se dice que esta pieza pudo haber salido del grabado El sueño de la razón produce monstruos (1799), de Goya. Bien arriba, en

Viamonte 740.

5) Clásico. Los músculos. Las costillas. El gesto brusco y sufrido. Y sobre el hombro izquierdo, la garra de un animal cuya piel usa como abrigo. Así, este atlante del Palacio Pizzurno, sede

del Ministerio de Educación de la Nación, muestra rasgos del naturalismo de los griegos antiguos. En el Pasaje Pizzurno 935.

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