Alfredo gómez-acebo dennes: treinta millones de buenas razones

Por lo habitual y natural que resulta, y quizá por estar vinculado a nuestra esfera personal y doméstica, pasa desapercibido el cambio sociológico que se está produciendo con la cada vez más

presente convivencia con animales de compañía en España. Las cifras son impresionantes: alrededor ... de 30 millones de animales de compañía ya se hallan presentes en el 60 por ciento de

nuestros hogares. Y es una cifra que crece gradualmente. Es un hecho que tiene una consecuencia directa en el propio concepto de la familia, en nuestros valores y en la propia economía. La

propia columna vertebral de nuestro ordenamiento jurídico se está adaptando a esta realidad, de forma que el Código Civil ha dejado atrás en 2021 el concepto de animal como cosa o bien

mueble para reconocerlo como ser vivo dotado de sensibilidad. El motivo de esta transformación y del interés de nuestra sociedad por los animales de compañía es claro y se basa en los

sencillos aspectos positivos que supone la tenencia de los mismos. En el plano emocional, por el acompañamiento –qué decir de los mayores que combaten con ellos su soledad–, por la

sociabilidad que facilitan y por el cariño que aportan. En el plano del bienestar, por la mejora de la salud y calidad de vida de sus propietarios, debiendo reconocerse los beneficios que

aportan nuestros animales en el ámbito de la salud mental, decir que la práctica totalidad de las personas vulnerable encuentran en ellos su principal apoyo. Y en el plano práctico, porque

no suponen una carga económica relevante, por asequible y por las facilidades dadas por los agentes del sector (comercio, criadores, veterinaria, protectoras, alimentación, seguros, etc.).

Ya no «se tiene» una «mascota» a la que meramente se alimenta: se convive con un animal de compañía al que se considera miembro de la familia y al que se cuida. Hay que reconocer la madurez

del responsable del animal de compañía a pesar de la confusión e inseguridad provocada por la falta de información clara y veraz relativa a la reciente normativa –como la conocida ley de

Bienestar Animal, muy positiva en su planteamiento– y de las propuestas de desarrollos reglamentarios, y pese a ser víctima indirecta de las dificultades que pesan sobre el sector

veterinario. Este se encuentra con auténticas barreras que a veces acaban comprometiendo la salud animal o que prohíben a estos profesionales, incomprensiblemente, la dispensación de

medicamentos, justo al contrario de lo que sucede en el resto de Europa, cuando son precisamente los veterinarios los especialistas y los mejor preparados para ello. Esta madurez y esas

dificultades legitiman al responsable del animal de compañía para reclamar al legislador y a las administraciones normas claras, sencillas y justas, y al resto de los agentes antes citados

–comercio, veterinarios, criadores, proveedores de alimentación y aseguradoras– soluciones leales, prácticas, integrales y de calidad. Pero ante todo, lo que reclama es que no se le ignore,

que no se olviden que es él, como ciudadano, como consumidor, como cliente, junto a sus animales de compañía, el protagonista de esta nueva realidad social y que es quien mejor conoce y

defiende al animal de compañía. Como tal, es obvio e indudable que persigue el bienestar animal y que está a la cabeza de todos los agentes implicados en el sector en esta tarea. Por ello,

debe ayudársele, y para ello todos –desde el legislador hasta una aseguradora, pasando por la Administración, el comercio o los veterinarios– deben unirse, detectar deficiencias, reconocer

el margen de mejora que cabe y concretar propuestas y acciones que contribuyan en bloque al bienestar animal, a reducir el abandono –de la mano de coherentes ayudas a protectoras y a los

procesos de adopción– y a facilitar la tenencia y cuidados a los animales compañía. SOBRE EL AUTOR Alfredo Gómez-Acebo Dennes es abogado