Ryan reynolds comparte cómo la demencia y el parkinson de su difunto padre impactaron su vida

El actor Ryan Reynolds conoce de primera mano los desafíos de brindar cuidados a un ser querido con una devastadora condición neurológica. Su padre, Jim, un expolicía, fue diagnosticado con

la enfermedad de Parkinson en 1988 a la edad de 57 años. Jim murió en el 2015 a los 74 años, después de una lucha de casi dos décadas, pero el compromiso de Ryan para aumentar la conciencia

sobre el Parkinson continúa. En la enfermedad de Parkinson, las células nerviosas, o neuronas, del cerebro mueren o se dañan. Afecta a casi 1 millón de personas en Estados Unidos y a más de

6 millones en todo el mundo. Los síntomas comunes incluyen temblores, movimiento lento, rigidez muscular y cambios en la forma de caminar y hablar. El daño avanza con el tiempo. Hoy, Ryan

anunció una nueva asociación con la campaña educativa More to Parkinson's (en inglés), que brinda información y recursos sobre los desafíos menos conocidos del Parkinson: las

alucinaciones y los delirios, problemas con los que su padre luchó mucho durante años. La estrella de _Deadpool_, que ha sido un defensor de larga data de los pacientes de Parkinson y ha

sido miembro de la junta directiva de la fundación para la investigación del Parkinson de su compatriota canadiense y también actor Michael J. Fox desde el 2009, le dice a _USA Today_ (en

inglés) que, como el más joven de cuatro hermanos, tenía una "relación muy complicada" con su padre, quien rara vez compartía sus sentimientos o hablaba sobre su enfermedad, dice.

El delirio causó más de una brecha. En declaraciones a la revista _People_, Reynolds contó que “en ese tiempo pensaba: ‘Mi padre se está volviendo loco’. Mi padre estaba realmente cayendo en

un hoyo profundo donde luchaba por diferenciar entre la realidad y la ficción”. Los expertos dicen (en inglés) que entre el 20 y el 40% de los pacientes de Parkinson experimentan delirios y

alucinaciones. Él le da crédito a su madre por mantener unida a la familia, aunque la soledad y la fatiga que experimentó como la principal cuidadora fueron profundas. "Los cuidadores

son una especie de héroes anónimos, personas que realmente hacen el trabajo muy, pero muy difícil”, dice Reynolds. "Y mi mamá definitivamente era una de esas personas. Y creo que rara

vez se detienen y evalúan cómo se sienten, o hacen un balance de lo que están pasando".